CARTA: Conciliándome con el concilio, reconciliandome.

Cuando veo la campaña sobre el aborto, que sistemáticamente viene haciendo la Iglesia y los que por algún que otro interés la siguen, mis tripas se me retuercen.

No sé si ellos se creen que las mujeres que abortamos o que exigimos libertad para que otras mujeres puedan hacerlo, lo hacemos por el mero placer de abortar.

Hablo desde mi experiencia como mujer, hablo desde el haber compartido experiencias y sentimientos con amigas, grupo de terapia, movimiento feminista, etc.

Las mujeres solemos compartir y analizar las cosas importantes que nos ocurren y nos ayudamos a sobrellevar nuestros traumas, hablamos entre otros, temas de nuestros abortos, nuestra sexualidad y de nuestros embarazos, a veces no deseados. Créanme que ninguna de estas experiencias nos ha sido gratificante, las vivimos como una agresión física y psíquica y es por eso las mujeres no queremos tampoco el aborto.

Parece una contradicción y lo sería si las circunstancias fuesen otras, pero la realidad que tenemos son miles de mujeres abortando y exigiendo una ley que nos garantice hacerlo con seguridad.


Cuando, como mujeres de una sociedad como la nuestra hemos crecido sin derecho a nuestro cuerpo, a explorarlo, a gozarlo, a saber como funcionan, cuando se nos ha impuesto un papel sumiso en las relaciones sexuales y sociales, cuando no hemos tenido acceso a la información ni los medios para evitar embarazos no deseados y muchos de nuestros compañeros todavía se niegan a ponerse un condón, cuando todavía tenemos que seguir luchando por la igualdad y para poder decidir por nosotras mismas y nuestras maternidades y somos las que nos sobrecargamos con el peso de la crianza y la educación, a veces nos aparecen embarazos no deseados, y exigimos poder desembarazarnos de ellos.

Ahora le pregunto yo a la Iglesia y a sus compinches: ¿desde que cayó la dictadura, que han hecho para que se reciba desde las guarderías educación sexual? ¿Que presiones ha hecho para que en todos los centro de salud haya planificación familiar?¿ Que ha hecho para cambiar el papel machista dominante que sigue perpetuando que las mujeres mueran a manos de sus compañeros, sean maridos, novios o amantes?¿ Cómo no se manifiesta sobre la violencia que vemos día tras día en la TV que genera individuos violentos que arremeten contra nosotras?¿ Como ha apoyado la Iglesia a las mujeres con hijos para que ellas no pierdan el derecho de desarrollarse como personas, como por ejemplo, apoyo domiciliario, gratuidad de las guarderías o concienciar a los padres que asuman su paternidad?.

Como estamos en carnavales les propongo a los cardenales, obispos y hasta los curas de pueblo, que por una vez en su vida se disfracen de mujer. Pueden elegir entre ama de casa, pluriempleada, ejecutiva o prostituta, pero eso sí, acompañados de por lo menos dos niños, uno de pecho y otro de 3 o 4 años correteando alrededor, y con el carrito de la compra a cuestas se vallan a pasear por la calle mayor, si les da vergüenza que disimulen con un antifaz y que prueben lo que se siente. Por cierto, el antifaz es lo que nos permitió durante muchos años a las mujeres poder gozar del carnaval ya que nuestra moralidad se ponía en entredicho.

Yo en este carnaval me pienso vestir de cura párroco y desde el papel de perdonavidas voy a perdonar a la Iglesia y a sus compinches sus pecados, o sea, de haberme educado en la culpa, de haber castrado mi sexualidad, de haberme hecho un ser dependiente, de no darme libertad para elegir otra religión o ninguna, de haberme puesto como meta un matrimonio que iba a durar feliz hasta la muerte, y un largo etc. Les perdonaré eso sí, como me enseñaron los curas, si hay propósito de la enmienda y si cumplen con la penitencia y la penitencia es…por supuesto, cambiar el chip y disfrazarse en carnaval. A ver si se enteran de una vez por qué abortamos las mujeres y por qué queremos que nos dejen en paz.

¿Nos reconciliamos? Ustedes me perdonan si yo les perdono.

Fdo: May